Una de las cosas que más me fascinaba del mundo de la moda era lo lejana y misteriosa que era para mi.

París y sus desfiles quedaban mucho más lejos que los 1.500 km que nos separaban. Había una barrera insondable. El tiempo que pasaba entre que el desfile sucedía, y del que si había suerte podía ver alguna imagen en el cierre de algún telediario o en el "Corazón, corazón" del sábado o del domingo (que ya quisiera yo ahora que algún programa en la tele hablase de moda con la seriedad con la que se hablaba en ese). Y un par de meses después aparecían en las revistas que puede que sí o puede que no acabasen en mis manos.


Hace unos años, casi de forma paralela a mi caída en las redes de internet, la velocidad a la que circulaba la información se multiplicó. A las pocas horas del desfile ya se podían ver imágenes de la ropa, el ambiente y los asistentes a los desfiles. Y esto para alguien con mi tendencia a engancharse fue la gota que colmó el vaso. Era posible vivir en un mundo irreal en el que se podía llenar las 24 horas con moda. El aburrimiento era imposible existiendo thefashionspot, el style.com y youtube, esa gran mina de vídeos históricos e irrepetibles.



Pero de un tiempo a esta parte todo se ha desbordado. Una de las mejores frases de la mejor serie de televisión que se emite en la actualidad dice que hoy en día solo hay algo por que ser pobre: ser anónimo. Todos hemos caído en esta hoguera de las vanidades en la que es tan importante ser como estar. Las ediciones digitales de las revistas de moda más importantes se han llenado de blogs de famosas (del mundo de la moda o no) a las que ya es imposible admirar desde la distancia porque en la mayoría de los casos no cuentan nada ni lejanamente interesante, por twitter aparecen periodistas que twittean con el mismo ánimo con el que yo me levanto los sábados a las 7 de la mañana o becarias a las que ponen al frente de nombres que les vienen muy grandes. Hasta Chanel ha caído y se ha dado cuenta de que no hay mejor escaparate para la marca que estar continuamente generando noticias. Y cómo no hay que hacer que la gente se disperse buscando las cosas en distintas fuentes se lo ofrecen con fotos, vídeos y todo lo que haga falta en una especie de blog llamada Chanel news.


Pero no todo es malo. Internet también permite que cualquiera desde su casa y con la ayuda del traductor que su navegador de Internet trae incorporado pueda disfrutar de los artículos de Suzy Menkes. Permite la libertad absoluta de ver las colecciones en fotografías de alta definición sin pasar por el filtro de ninguna editora de ninguna revista y así de este modo poder opinar de forma absolutamente libre ya que no has sido condicionado por nada ni nadie de ningún modo. Permite que gente como yo, que no tenía a nadie con quien hablar de temas de vital importancia como ¿porqué Karl Lagerfeld debería estar ya fuera de Chanel? o ¿Naomi volverá a lanzar su móvil a su nueva asistente? porque lo que a todo el mundo le interesa a su alrededor es el último fichaje del Madrid o el Barça, encuentre a gente que la comprende y que en ocasiones está mucho peor de lo suyo que yo misma. Y solo por cosas así, todo esto merece la pena.

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